sábado, 6 de septiembre de 2014

Debería, pero no puedo.

Quizá lo más fácil sería hablarte. Decirte lo mucho que te echo de menos, que los días parecen una vida sin ti, que desde que te fuiste mi cabeza se volvió un mar de dudas en el que la tempestad sólo se calma si estás cerca, que antes me bebía los vientos por uno de tus mensajes, y ahora me entero de cómo te va por terceras personas. Debería contarte que mis listas de reproducción y las fotos de mi pared me obligan a recordarte, que no soy capaz de enlazar una frase sin usar una de esas expresiones que tanto te gustaban de mí y tantas expresiones que estando contigo me pegaste; debería decirte que te paseas por mi cabeza a cada instante, haciéndome creer que lo nuestro nunca ha terminado.
Debería contarte que me arrepiento de haber sido tan ilusa, nunca creí que fueras a alejarte de mí tan rápido, pero tu paso por mi vida sigue quemando después de que se apagaran tus restos y sólo quedasen tus cenizas.
Debería contarte que me cansé de luchar por ti, que me cansé de estar en segundo plano, en el cajón de las oportunidades a considerar en una tarde de aburrimiento. Te recuerdo que tú siempre fuiste mi primera opción, que nunca habría cambiado por nada esos pequeños ratos contigo ni las miradas cómplices que nos brindamos, pero que nunca más me verás caer a tus pies de esa forma, que no me vas a ver más arrastrarme de aquella manera.
Debería contarte lo mucho que te quiero, que te echo de menos, pero mi orgullo me lo impide. Llevo meses intentando que no seas aquel en el que piense cuando estoy borracha, que cuando mis neuronas estén ebrias no cometan el estúpido error de hablarte y de regalarte el oído.
Debería contarte todo esto, pero no puedo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario