lunes, 3 de noviembre de 2014

Tempestad

A veces cierro los ojos y no veo. No veo no por el simple hecho tan obvio de que tenga los ojos cerrados, sino porque ni si quiera mi imaginación quiere proyectar imágenes. Pienso que mi alma está cansada y necesita esos segundos de ojos cerrados para recapacitar, para descansar, para seguir adelante con todo lo que se le viene encima cuando abra los ojos.
A veces hasta mi alma me da envidia. Cuando cierro los ojos, ella descansa, se queda tranquila; cuando los vuelvo abrir, la tempestad se le echa encima, pero descansa. yo eso no puedo hacerlo. Tenga los ojos cerrados o abiertos, siempre estoy pendiente de la tempestad, esa tempestad que te abruma estés en la situación en la que estés porque da igual el momento que esté viviendo, da igual que sea feliz, amargo, dulce o triste, siempre queda un ápice de tempestad preparado para volver a desencadenar una tormenta.

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