miércoles, 17 de febrero de 2016

Obedece y no repliques.

A veces me pregunto si de verdad mi opinión cuenta para algo. Si de verdad todo lo que pienso, las vueltas que le doy a las cosas, las opiniones que manifiesto públicamente o las que me guardo para mí misma son útiles, o si en cambio debería volver a ser una persona sumisa y sencilla, sin valores ni opiniones propias, que sólo cumple lo que mandan sus superiores.

La mayoría de las veces, pienso que mi vida sería mucho más facil si siguiese siendo una niña pequeña, sobre la que todo el mundo manda y que actúa sin cuestionarse, pero no puedo. No puedo quedarme callada, soy incapaz de mantener en silencio mi opinión sobre ciertos temas, sin pensar lo que está bien o lo que está mal, obedeciendo a las órdenes de otros, sin poner pegas, sin objetar, siendo un simple muñeco al que las demás personas manejan a su antojo.

Queridas personas de mi alrededor: no me pidáis que me mantenga callada, que dé la razón a quien no la lleva o que me deje manipular como una triste marioneta. Soy una persona, tengo cerebro, y la madurez suficiente y necesaria para utilizarlo. No os sorprendáis si algún día os encontráis con la sorpresa de que conmigo no podéis hacer lo que os dé la gana, o si no sois capaces de mantenerme callada cuando el resto del mundo lo está.

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