viernes, 30 de mayo de 2014

Cerrar puertas, poner punto y final.

Ha hecho falta un día como este para darme cuenta de lo que realmente me pasa, de por qué vivo triste, de por qué no soporto pasar por ciertos sitios, estar con ciertas personas o escuchar ciertas canciones, de por qué me salen las sonrisas tontas o se me saltan las lágrimas cuando te tengo cerca... y la razón es muy simple: no me gustan los finales.
No me gusta que algo se acabe, no me gusta cerrar puertas ni ponerle punto y final a las historias, no me gusta pensar que a partir de ahora esa persona no va a ser importante en mi vida, no me va a llamar por teléfono, no me va a hacer todo lo que me hacía, que posiblemente haga como si nunca hubiésemos sido todo lo que el otro quería.
Por eso, me aferro a cualquier cosa para volver a abrir esa puerta o al menos intentar que se abra una pequeña ventana... No puedo, seguir así acabará conmigo.
No puedo ir por la vida pillándome por la gente, acabar con ellos y seguir intentando conseguir que algo pase, porque llega un momento en el que vaya por donde vaya, hable con quien hable, todo me recuerda a alguien: no puedo estar en mi sofá no puedo ir a plaza España, me he prohibido nuestro banco de la estación, High Highs ya no suena por mi casa, y mucho menos he pisado mairena, san josé o cualquier sitio que me recuerde que pasasteis por mi vida.
Me estoy volviendo loca, no puedo seguir así, si quiero conseguir algo con alguien, de verdad, o será con vosotros o tendré que olvidarme de vosotros... y lo último me parece que va a ser lo que tengo que hacer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario