lunes, 28 de julio de 2014

Tú, si tú.

Yo antes era como tú, ¿sabes? He llegado a considerarme la persona más superficial del mundo. Mi único objetivo en la vida era encontrar a un tío bueno, que fuese guapo y si era majo para mí lo tenía todo, pero mientras emprendía la búsqueda me encontraba en un mundo de mentiras y falsedad donde criticar a los demás era lo único que me hacía feliz; así me ha ido.
Si te digo la verdad eso de estar con un tío físicamente "perfecto" no tiene muchos beneficios. Al principio sí, eres la envidia de todas tus amigas y eso te encanta, pero más tarde la inseguridad se apodera de ti y sientes que, en cualquier momento, te va a dar la patada, te va a dejar ahí tirada y se va a ir con otra que esté mejor que tú, en ningún momento pensado en comparar cómo sois de personalidad. Además, con el tiempo la idealización de esa persona como casi un dios, se va perdiendo; el físico perfecto empieza a tener defectos, y su personalidad parece no empezar a tener virtudes nunca. Sale a la luz cómo es de verdad, o como siempre ha sido, pero que tú no has querido ver nunca. Y ciertamente, sigo sin saber muy bien por qué, los tíos más guapos suelen ser siempre los más cabrones, los que más daño te hacen, cuya personalidad no supera a la de una piedra del campo y su inteligencia no supera a la de un caracol.
Si te digo la verdad, eso de criticar está ya muy visto; es simplemente hablar, hablar, hablar y hablar acerca de algo o alguien que desconoces, y por ese mismo hecho los menosprecias. Siempre he pensado que criticar a los demás es algo que nos hace sentirnos más fuertes, algo que nos hace ver que todos tienen defectos y que puede que sean peores que los propios, lo que nos hace superiores. Hablamos y criticamos sin conocer, sin saber las razones por las que alguien ha llegado a ser así o qué le ha llevado a acabar como ha acabado, pero simplemente no nos interesa saberlo, sólo nos interesa hacerle saber al mundo entero lo mal que lo hace, y es que es cierto aquello de que "es muy facil ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio".

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