No espero que hayas vuelto para quedarte, y mucho menos que hayas venido con ganas de quererme. No espero que estés aquí, mirándome, y prometiéndome que esta vez sí que es de verdad. No espero que hagas nada, porque ya me has demostrado que no puedo confiar en las cosas que se supone que vas a hacer.
Solo quiero darte las gracias por haber vuelto, por haberme alegrado, por devolverme un poco de a ilusión que hace tiempo que no sentía. Gracias por todo lo que demostraste con tu vuelta, por todo lo que has dicho que vas a hacer (aunque, para que mentirnos, no creo que cumplas.
Y por último, gracias por darme esperanzas aunque después vayas a destruirlas, gracias por obligarme a estar preparada para que me hagas daño. Gracias por ser tan jodidamente dañino, haciendo que nunca pueda deshacerme de ti.
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