martes, 12 de agosto de 2014

FE.

La fe es aquello que no se siente así porque sí, que no se inculca en el colegio ni yendo todos los domingos a misa; no se aprende rezando con la abuela de pequeño, y mucho menos adorando a una imagen de un cristo o una virgen que realiza estación de penitencia en semana santa.
La fe es algo que se siente tan profundo que no se puede describir con palabras. Cuando yo saco mi fe y la muestro al resto me sale aquella sonrisa tonta, esa sonrisa que demuestra lo enamorada que puede una llegar a estar de Dios. La fe aparece cuando la reafirmas con creces, cuando ves en el rostro de cada hermano, en cada gesto externo e interno un cachito de lo que Dios quiere para este mundo. Y sobre todo, la fe se comprueba cuando recurres a Dios para todo, para lo malo y para lo bueno; porque Dios no esta ahí sólo para culparle de tus tragedias o para pedirle ayuda, Dios no es el último recurso de sus creyentes. Dios está aquí, contigo en cada momento, para celebrar y festejar cada buena noticia, cada acontecimiento, cada mínimo detalle que te haga sonreír. Dios y fe, que dos grandes palabras que te llenan la boca incluso antes de decirlas.

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