jueves, 12 de septiembre de 2013

Queridos 16

Si os digo la verdad, hace casi un mes que comencé a preparar mi cumpleaños. Todo el mundo decía que era absurdo, que ellos se encargaríande que tuviese el mejor cumpleaños de la historia ya que últimamente mis cumpleaños habían sido una auténtica mierda.
Dejé de preocuparme, seguro que podría organizar las cosas en una semana y no sería tan complicado. Pero miradme, aquí estoy. Mañana es el día en el que se supone que debería celebrar mi cumpleaños, y no tengo nada.
Ya había desistido en la idea de tener un cumpleaños especial, un cumpleaños que fuese difícil de olvidar, yo solo quería pasar un buen rato con mis amigos una tarta, un par de velas y unos cuantos regalos que, sin necesidad de ser caros, fuesen algo importante y que no pudiese olvidar.
Solo quería una banda de cumpleaños, sentir que por un día era importante en la vida de esas personas para los que normalemente soy indiferente.
Esperaba una felicitación, un abrazo, un beso o una sonrisa de aquella persona que ha sido o es muy importante en mi vida y que si por mi fuera nunca dejaría escapar.
Quería una tarde de risas, de esas que cuando llegas a tu casa ni siquiera puedes creerte todo lo que ha pasado y que a la mañana siguiente te duele la barriga de tanto reirte.
Pretendía que, por un día, todo el mundo se preocupase por mí e intentase hacerme un poco más feliz, sin apenas saber que es difícil sacarme de este pozo en el que estoy metida.
 El regalo que más tiempo llevo pidiendo es una caja. Una caja grande, un baul donde guardar todos y cada uno de los recuerdos que han ido dejándome todas esas personas que han pasado por mi vida.
Una visita inesperada, una reacción impredecible de la persona menos esperada.
Un día para recordar, solo quería eso.

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